Lo correcto y lo justo
Hace unos días escuché un chiste que me hizo pensar. Sí, normalmente los chistes hacen reír, pero ya ven. Hubo lo que se dice un "efecto colateral". También soy firme defensor de que el verdadero humor (cuyo concepto excede del presente artículo) implica ironía, finura, elegancia o mordacidad y precisa de inteligencia. Así que previamente me dispongo a contárselo a ustedes y posteriormente les compartiré la reflexión.
Resulta que dos Jueces del Tribunal Supremo se encuentran por casualidad en el hall de un hotel muy lujoso de Madrid. Y cada uno lleva del brazo a la mujer del otro. Ante la evidente incomodidad de la situación, uno dice:
- Oye, Fulano, dado que estamos así, yo creo que lo correcto es que tú te vayas con tu mujer y yo con la mía, cada uno a su casa, y aquí paz y después gloria.
Y el otro, con una sonrisa ligeramente sardónica, responde:
- Sin duda, Mengano. Eso sería lo correcto, pero no lo justo, porque tú estás saliendo del hotel y yo estoy entrando.

Dicha situación, ficticia o real, refleja a la perfección una diferenciación de significados que no es baladí. Y no lo es porque hoy en día se confunden, a menudo intencionadamente, ambos conceptos. O peor aún, se apoya uno en el otro, afirmando que tal o cual conducta es correcta porque es justa o es justa porque es correcta.
Aunque parezca un galimatías, la cosa se complica aún más cuando entramos en el terreno no de la justicia sino de la justificación, equiparándose ambas, de manera que lo que está justificado, también pasa a ser justo e, incluso, correcto. O, sin ser correcto, es entendible o mínimamente disculpable, y eso, a su vez, lo hace justificable. ¿Y esto qué implica? Que lo apriorísticamente injusto se vuelve justo. Y si es justo, debe ser correcto.
Pues bien, se preguntarán a qué viene todo esto. Vamos con un ejemplo práctico. Como todos sabemos, hace unos meses, en un Colegio Mayor de Madrid, unos chicos universitarios lanzaban gritos degradantes a las chicas de otro que tenían enfrente. Eran obscenidades. Pero, siempre según los participantes, en el marco de una broma, un teatro. La cosa se hizo viral, vía Twitter. Y es aquí donde entra nuestra distinción.
Unos entendían que era un ejercicio de misoginia y machismo heteropatriarcal más digno de neandertales que de homo sapiens. Es decir, que era incorrecto, e injustificable. Otros, que era incorrecto por el contenido pero justificable en la forma, por ser algo privado, querido y aceptado por ambas partes.
Pero para el avezado lector no habrá pasado por alto un detalle: ¿y nuestro amigo, el epíteto justo? Bien, en este caso la justicia la ejercieron los demás, ni siquiera los Tribunales: se filtró el nombre de varios implicados y hasta de sus familias, se les expulsó del Colegio, los llamaron violadores en potencia o incluso hubo muchos, y muchas, que llegaron a decir que las propias chicas eran perpetuadoras de un modelo social franquista y represor. Cuando, realmente, lo que demostraron era verdadera valentía, elegancia y entereza al posicionarse de parte de sus amigos (porque eso eran). Y aquí la pregunta se la hago al lector: ¿dicha justicia que alcanzó las más altas esferas del Estado fue justa, correcta o estuvo justificada?
Sigamos con un segundo ejemplo. No deja de asombrarme la cantidad de historias sobre infidelidades que existen actualmente, ya sea libros, series o películas. Incluso la vida real, como hemos visto en multitud de revistas del corazón, e incluso periódicos serios. Y aquí es donde vuelvo al principio y al chiste. ¿Es correcto ser infiel? A priori, cualquiera pensaría que no. Pero, ay, claro, no es correcto, mas ¿es justo? O, ¿está justificado?
Es ésta la vía que se utiliza para blanquear hoy día ciertos comportamientos: el justificar las cosas en virtud de pretextos más o menos entendibles, acudiendo a la emoción, la cercanía, la empatía e, incluso, la misericordia. Justificándolas, se convierten en justas y, por ello, correctas.
¿Y cuál es el peligro de todo ello? Que quien dice lo que está justificado y lo que no, establece qué es lo correcto y lo incorrecto. O dicho de otra manera, lo que está Bien y lo que está Mal, formando así una moral. Pero, y si todo es, hasta cierto punto justificable, porque hay distintos puntos de vista ¿Cuál es el correcto? ¿El que lo justifica o el que no? Queden ahí preguntas para que sea el lector el que dilucide por sí mismo. Para que la próxima vez que le digan "es lo justo", se plantee si es o no lo correcto. Y viceversa.
No quería finalizar sin una recomendación. Vean el corto Alternative Math. Disfrutarán, de nuevo en clave de humor, los desternillantes resultados (nunca mejor dicho) de querer hacer pasar como correcto lo que no lo es.