La dictadura del eufemismo

05/09/2020

Decía George Orwell que "la corrupción de la política empieza por la corrupción del lenguaje". Esta oración, tan sencilla y a la vez tan certera, nos invita a una profunda reflexión. Vivimos en un mundo caracterizado por el globalismo, la diversidad y la tolerancia, en el que los derechos de la totalidad de los habitantes del planeta tienen, teóricamente, el mismo valor y merecen el mismo respeto. Es el resultado de la actividad de determinados activistas y grupúsculos ideológicos que lucharon, durante años, contra cualquier tipo de segregación con el fin de garantizar la dignidad de todos y para todos. Esta histórica pugna por la no discriminación alcanzó un grado de influencia considerable, que hoy se refleja en numerosos aspectos de la sociedad: la cultura, la economía, la política, etc. De hecho, ha llegado tan lejos que incluso ha provocado cambios en nuestra primera vía de comunicación, nuestra lengua.

Estos cambios pretendían ser una corrección efectiva del lenguaje, el comienzo del proceso para conseguir una comunicación más "inclusiva" y "tolerante". Sin embargo, tal como suele suceder en el mundo de la política, los objetivos idealistas del origen acabaron pervirtiéndose con el paso del tiempo; las consecuencias del movimiento antidiscriminación fueron mucho más allá de lo que se procuró en un principio. De esta manera hemos llegado a la situación actual, en la que los conceptos de 'inclusión' y 'tolerancia' brillan por su ausencia. La corrección del lenguaje ha derivado en la denominada corrección política, que ha convertido la inclusión en la contundente exclusión de todo aquello que sea diferente, y que ha hecho de la tolerancia el absoluto rechazo de cualquier crítica o discrepancia. En definitiva, lo que comenzó siendo un movimiento para combatir la desigualdad se ha transformado en la mayor forma de discriminación actual.

En este ensayo intentaré dar una visión - científica y personal al mismo tiempo - del fenómeno que supone la corrección política, esa corrupción del lenguaje que ha provocado la tiranía de lo "políticamente correcto". El análisis de la evolución lingüística, junto con el estudio de las opiniones de los expertos y de la evidencia empírica, me permitirá observar cuáles han sido las consecuencias concretas de la dictadura del eufemismo.

En primer lugar, es necesario definir con claridad el enrevesado concepto de 'corrección política'. La expresión surge a principios del siglo XX para describir el lenguaje que evita ofender o discriminar a determinados sectores de la sociedad por razones de raza, sexo, religión o ideología política (Cambridge English Dictionary, 2016).

No obstante, la degeneración de la aplicación de estos principios ha otorgado al término una connotación peyorativa en los últimos años. Actualmente, se emplea para hacer referencia a la práctica exagerada de los estándares establecidos en la corrección política "original" (Hughes, 2011). Algunos profesores e intelectuales defienden que el ejercicio excesivo de lo políticamente correcto se ha convertido en "una nueva forma de censura, para la que no estábamos preparados"[1]. Es por esto por lo que han aparecido nuevas expresiones, como la 'tiranía de la corrección política' o la 'dictadura del eufemismo'. Este segundo vocablo, que da título al trabajo, es más específico y tiene un significado más complicado. Cabe preguntarse: ¿por qué se dice que la dictadura de la corrección política es la dictadura del eufemismo? Para comprenderlo correctamente, debemos analizar lo políticamente correcto desdetres ópticas diferentes. Las conclusiones de estas tres perspectivas demostrarán por qué la corrección política es una forma de corrupción del lenguaje, que ha llevado a la corrupción de la política en varios sentidos.

La corrección política como incorrección lingüística

Como ya hemos dicho, la corrección política tiene como objetivo evitar la ofensa o la discriminación hacia determinados sectores. En consecuencia, el proceso de modificación del lenguaje se basa, fundamentalmente, en la omisión de las palabras tabú y la sustitución de estas por eufemismos, de ahí la expresión de 'dictadura eufemística'. Algunos ejemplos cotidianos son: el cambio de 'vejez' por 'tercera edad', la sustitución de 'loco' por 'demente', o de 'ciego' por 'invidente'. Podemos observar que en estos casos la modificación es aceptable y perfectamente comprensible.

El empleo del eufemismo, no obstante, es llevado hasta las últimas consecuencias por la corrección política actual. El resultado es la aparición de términos excesivamente largos y retóricos, en ocasiones absurdos. Un ejemplo muy esclarecedor es el uso de 'establecimiento penitenciario' o 'institución penitenciaria' en lugar de 'cárcel'. Otro caso, aún más intrincado, es la utilización de la expresión 'persona en riesgo de exclusión social' en vez del término 'pobre'.

Ante esta situación, no es de extrañar que muchos se pregunten a dónde ha ido a parar la economía lingüística. Numerosos académicos de la lengua sostienen que todo aquello que resulte demasiado largo, redundante o ampuloso - en definitiva, todo aquello que incumpla la "ley de economía del lenguaje" - constituye una impropiedad léxica.

Una de las manifestaciones más frecuentes de la corrección política es el uso del (mal) llamado 'lenguaje inclusivo', que pretende ser "no sexista". Si bien es cierto que no se basa en el uso del eufemismo, también es cierto que es una de las expresiones más lingüísticamente incorrectas del lenguaje políticamente correcto. Por desgracia, existen ejemplos de errores lamentables, bastante recientes, cometidos por personalidades relevantes en la esfera pública o mediática. Polémico y llamativo fue el caso de la política (no hace falta especificar el nombre) que empleó el término "portavoza", o el de aquella otra que pronunció una auténtica aberración fónica y lingüística: "jóvenas".

En estos casos, los expertos lingüistas declaran que es importante no confundir el género lingüístico 'masculino/femenino' con el sexo 'hombre/mujer'. La palabra 'mesa' es femenina, pero una mesa no tiene sexo, como es evidente. En lo relativo al ser humano, nuestra lengua emplea el masculino genérico, que incluye a hombres y mujeres. En consecuencia, la invención de femeninos como los anteriores es absolutamente errónea e innecesaria (Escandell-Vidal, 2018).

Por tanto, podemos afirmar que la corrección política es, en este sentido, una incorrección lingüística.

La corrección política como manipulación ideológica del lenguaje

Por otro lado, y también debido al uso del eufemismo, la corrección política se ha convertido en una manipulación del lenguaje. Son numerosas las figuras de la política y la economía que emplean un lenguaje notoriamente retórico, ya sea para ocultar aspectos desagradables de la realidad, o para convencer a la sociedad en lo relativo a ciertos temas de opinión pública.

En los últimos años hemos observado cómo la clase gobernante del país ha ido adoptando progresivamente, y cada vez con más intensidad, diversas expresiones eufemísticas pertenecientes al habla políticamente correcta. Los políticos y los medios de comunicación son conscientes de que a la sociedad no le resulta agradable escuchar datos o noticias alarmantes, y es por ello por lo que hacen tanta demagogia: hablan solamente de lo que sus votantes/oyentes/telespectadores quieren oír.

En este caso no se trata de sustituciones legítimas o comprensibles, sino más bien todo lo contrario. Son términos considerablemente engañosos, también peligrosos, que demuestran que el pudor por la mentira y la tergiversación se ha perdido por completo. Hemos pasado de hablar sobre 'crisis' a comentar 'el periodo de desaceleración económica', hemos olvidado el término 'despido' y lo hemos sustituido por 'reajuste de la plantilla de trabajadores'.

Pero esta 'neolengua', que diría Orwell, puede llegar a ser incluso más perversa. Un ejemplo que se da muy a menudo es la utilización de 'interrupción voluntaria del embarazo' en lugar de 'aborto'. La utilidad de esto es clara: ocultar el hecho de que se está matando y dar al término una connotación menos negativa. Una vez más, podríamos preguntarnos: ¿dónde queda entonces la economía del lenguaje? ¿y la verdad, la realidad tal cual es? Son cuestiones que lo políticamente correcto no puede resolver.

En resumen, podemos afirmar que la corrección política, además de ser una incorrección lingüística, supone también una notable manipulación ideológica del lenguaje.


La corrección política como ataque a la libertad de expresión

Anteriormente hemos mencionado que la corrección política constituye "una nueva forma de censura", pero no una censura convencional. No es una censura que lleve a cabo el Estado, sino ejercida por la sociedad en su conjunto, y eso la hace aún más perniciosa.

Esto no ocurre solamente en el ámbito político y económico, como ya hemos visto. También se da en el caso de los textos o discursos humorísticos. Es obvio que el humor es subjetivo, que no existen postulados establecidos sobre lo que debe o no divertir al espectador. Sin embargo, muchos son de la opinión de que la eliminación de ciertas expresiones causada por la corrección política está provocando la desaparición del humor.

Cierto es que algunas anécdotas pueden resultar groseras, pero la aplicación excesiva de lo políticamente correcto no conduce a nada. Además, los cómicos y humoristas ya han mostrado su rechazo ante esta situación: ¿dónde está ahora la libertad de expresión y de opinión? Para solucionar el problema, por otra parte, es necesario que la sociedad se informe correctamente sobre lo que supone el concepto de humor (Morant, 2007).

Por tanto, observamos otro elemento negativo sobre la corrección política, esto es, que la sustitución de determinados términos "ofensivos" por neologismos políticamente correctos se ha convertido en otra forma de censura.

Conclusiones

A lo largo del texto hemos analizado tres aspectos sobre la corrección política: en primer lugar, su carácter incorrecto en el sentido lingüístico, en segundo lugar, su condición manipuladora, y por último, sus aspectos contrarios a la libertad de opinión y de expresión. En consecuencia, podemos concluir que lo políticamente correcto no es, ni mucho menos, tan correcto ni beneficioso como muchos pueden creer.

Finalmente, es necesario recordar que los problemas sociales no se resuelven con el lenguaje, es decir, que el 'lenguaje inclusivo' o no discriminatorio no beneficia, de ningún modo, a aquellos a quienes pretende proteger. Por otra parte, es necesario acabar con la dictadura del eufemismo para desterrar la mentira y la manipulación. Somos propensos a querer escuchar solamente aquello que nos place o nos resulta agradable, pero eso no supone vivir en libertad.

Como decía Orwell, "si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír".


* CITAS

[1] Son declaraciones de Darío Villanueva, director de la RAE, en la conferencia de clausura del acto de graduación del máster en Gobernanza y Derechos Humanos de la UAM, en el año 2018.

BIBLIOGRAFÍA

  • Cambridge English Dictionary(2019) definición: 'politically correct'. Recuperado de: https://dictionary.cambridge.org/es/diccionariopolitically-correct
  • Escandell-Vidal, V. (2018). Reflexiones sobre el género como categoría gramatical, UNED.
  • Hughes, G. (2011). «Origins of the Phrase». Political Correctness: A History of Semantics and Culture. Ed: John Wiley & Sons.
  • Morant, R. (2007). El lenguaje políticamente correcto y el humor, AnMal Electrónica (No.23). Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2951725.pdf


SANTIAGO MÉNDEZ-MONASTERIO SILVELA