La búsqueda de la amistad

21.04.2021

Universidad de Navarra
-- Ética Interfacultativa --

Ensayo final


Lo esencial es invisible a los ojos [1]

La experiencia nos habla de palabras que no escuchamos. Seguramente alguien que esté leyendo estas líneas, por la causa que sea, pretenda haber entrado en contacto con el significado de la amistad: ¿podemos decir que alguien no tiene amigos? Lo cierto es que no solemos tratar el tema de la amistad con demasiada seriedad. Hablamos con compañeros, colegas y distintos anónimos que no tienen por qué tener un significado fuerte para nuestras vidas. Trasladamos la amistad a las relaciones paterno filiales, conyugales y de otra índole, que poco concuerdan con una teoría pura del concepto. Sin embargo, sí conocemos relaciones concretas, limitadas a círculos más íntimos y cercanos como manifestaciones propias de la amistad. Aun teniendo la intuición de que sí existe una cierta experiencia de la amistad, ¿comprendemos verdaderamente su significado?

Se dice que los verdaderos amigos no suelen hablar de su amistad como los enamorados de su amor, por lo que resulta difícil abordar per se un concepto no nombrado. En consecuencia, nos atrevemos a entrar con cierta perspectiva desde tres concepciones distintas del mundo literario. La gran ventaja de ello reside en su sabiduría universal, el distanciamiento temporal y las diferencias socioculturales. A esto podemos criticar que el ensayo tan solo será un sueño magnánimo de pretenden abarcar océanos conceptuales con un pequeño cubo. A lo último podemos responder que la cuestión que tratamos reside en la aproximación crítica según las obras. Dichas obras a tratar son: El Principito, Odisea y Ética a Nicómaco escritas por Antoine de Saint-Exupéry, Homero y Aristóteles respectivamente.

El Principito

En primer lugar, la obra de El Principito constituye una respuesta al hombre moderno, personificada en el protagonista: un viajero inocente y curioso. La obra presenta una perspectiva contemporánea, relativa a los problemas de los hombres de una sociedad mecanizada, individualista y dinámica, es decir, deshumanizada a ojos del autor. El tema de la amistad destaca entre otros por ser tratado de una manera singular.

Los motivos que mueven al protagonista a salir de su planeta, símbolo del corazón o mundo interior, son dos: la huida ante el desamor con su rosa y la búsqueda de amigos. En otras palabras, se busca cubrir la necesidad de no estar solo. Entre sus viajes entra en contacto con un terreno desconocido y hostil. En un primer momento conoce a al rey, al vanidoso, al hombre de negocios y al bebedor. Todos ellos comparten las características de ser "hombres serios", puesto que tratan el poder, el orgullo, los números y la bebida. No obstante, su corazón está puesto en la mecánica hueca de sí mismos, algo que les impide reconocer la unicidad del Principito. Le tratan como un vasallo, admirador, estorbo y espectro. Ninguno de ellos da el primer paso de la amistad que sería la apertura hacia ser con el otro. Él aterriza en sus mundos y se dispone a entrar en sus por qués, a averiguar aquello que les mueve, pero sin éxito por falta de correspondencia.

Más adelante se encuentra con el farolero del que dirá: "este sería despreciado por todos los otros (...) Sin embargo, es el único que no me parece ridículo. Quizá porque se ocupa de una cosa ajena a sí mismo. Suspiró nostálgico y se dijo aún: este es el único de quien pude haberme hecho amigo. Pero su planeta es verdaderamente demasiado pequeño. No hay lugar para dos..." [2]. De nuevo se presenta una frustración ante la imposibilidad del amor. El planeta del farolero se empequeñece con el tiempo, lo que le obliga a dedicarse exclusivamente a su trabajo. Tal vez él mismo lo haya empequeñecido... Sí que podemos destacar que coinciden inicialmente en ciertos valores como ocuparse de algo ajeno a sí mismo, pero el Principito no halla un espacio para él en su corazón.

En cuanto al último planeta que visita es la Tierra. Cabe destacar dos encuentros: el del piloto y el zorro. Las más grandes enseñanzas las recibe del zorro, donde se consagra la concepción de amistad en la obra. Previamente, le enseña a mirar con el corazón, es decir, a descubrir a la persona en sí misma porque lo más importante está oculto a los ojos. Las enseñanzas se pueden resumir en cuatro: la necesidad de crear lazos o domesticar, la creación de ritos comunes, los medios propios de la amistad y la responsabilidad del amor.

El concepto de amistad se presenta como un tipo de amor basado en adueñarse del otro interiormente, esto es, crear lazos o domesticar. Parte de la benevolencia inicial, del deseo  del bien para y con el otro. Le sigue la progresiva apertura de la intimidad por medio del tiempo y del cuidado. Con el tiempo aparecerán los ritos que, en palabras del zorro, los define como "lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora, de las otras" [3]. Y esto es porque se comparte una misma vida desde dos personas distintas, con lo que existe una vivencia especial de aquello que es compartido. La amistad goza de un carácter espiritual muy grande. Se desprende de una alteración biológica fuerte como es el estar enamorado, algo que marca un antes y un después, para dejar paso a la calma del cuidado y del tiempo, medios necesarios que encuentran su cauce natural a través del diálogo. En último lugar, el amor entregado nos une al otro. Por esta razón existe la responsabilidad de cuidar y respetar fielmente ese amor porque ahora nos pertenece. Sobre la domesticación hay que hacer notar que el zorro afirma: "Sólo se conoce lo que se domestica. (...) Si quieres tener un amigo, ¡domestícame!" [4]. Con ello pretende alertar del peligro que corremos de pensar que la amistad esté en lo perceptible como si bastase con querer tener amigos para tenerlos. La amistad ha de nacer por sí sola para germinar en lo invisible de la persona y no quedarse necesariamente en lo que se ve.

Por otro lado, lo aprendido con el zorro se traslada al piloto, el cual experimenta un renacer en la inocencia y la pureza del Principito debido a sus diálogos. En este periodo destaca otra característica de la amistad: los amigos corren la misma suerte. Su estrechas personalidades los convierten en dos extraños frente al mundo, al que dan la espalda para caminar juntos. Se pierden en sus fantasías y se conmueven ante las mismas cosas.

A diferencia de estos dos últimos personajes, la rosa carece de dos fundamentos de la amistad: el carácter selectivo y la exterioridad. La rosa aparece en su semilla invisible como un amor no buscado de su planeta, y pese a estar fuertemente domesticada, se convierte en el amor al que vuelve, pero no en una mera amistad. Lo mismo pasa con el cordero, que carece de un plano de igualdad, pese a que el autor no le de tanta relevancia a ese aspecto. Existe un amor buscado por el Principito, pero sin llegar a ser semejante a él, por estar sometido a su custodia con un bozal y una caja.

Ética a Nicómaco

En segundo lugar, Ética a Nicómaco contiene dos libros, el libro VIII y IX, dedicados exclusivamente a la amistad. Debemos decir que la obra pertenece a un contexto en el que se desarrollaron los primeros textos occidentales de ética y moral. No se trata de una historia o una leyenda sino más bien de una teoría recogida a modo de apuntes dictados. 

Su contenido converge en una concepción intelectualista en relación a los fines propios del hombre, conocida como eudaimonía o la vida feliz. Entre estos se incluyen la contemplación de la belleza, la verdad, etc. Por otro lado, el hecho de que el hombre no es autosuficiente, le lleva por naturaleza a la amistad. "Sin amigos nadie querría vivir, aunque tuviera todos los otros bienes (...) porque ¿de qué sirve esta abundancia de bienes sin la oportunidad de hacer el bien, que es la más ejercitada y la más laudable hacia los amigos?" [5]. La naturaleza de la amistades se resume a la máxima extraída de Homero: "dos cabalgan juntos" [6] al ser dos que viven la misma vida, porque ven la misma vida. En definitiva, Aristóteles argumenta conforme a los fines del hombre, donde la amistad es un camino necesario para la autoperfectibilidad. Esta concepción excede al sentimiento y la mera supervivencia, alcanzando una vasta profundidad que, de nuevo, es inabarcable para nuestro pequeño cubo.

A razón de lo mencionado, la amistad se identificará con una capacidad de descubrir lo bueno y quererlo; aparece entonces como capacidad de obrar, una actuación activa de búsqueda del bien que encuentra una estrecha relación con la virtud. De ahí que se diga "el afecto se parece a un sentimiento, y la amistad a un modo de ser; pues el afecto va dirigido no menos hacia las cosas animadas, pero la amistad recíproca requiere elección y la elección procede de un modo de ser" [7]. Este modo de ser nos habla del carácter selectivo y del obrar, que en la medida en la que este ser sea virtuoso, facilitará la amistad. Aristóteles no defenderá la mera benevolencia sino que tratará, al igual que muestra El Principito, la necesidad de correspondencia o reciprocidad.

Ahora bien, ¿son todas las amistades iguales? No. Si bien Aristóteles defiende la idea de que todas las amistades solo se pueden dar en relaciones de igualdad y con pocos, puesto que "uno debe adquirir y llegar a una intimidad, lo que es muy difícil" [8], asimismo existen tres tipos de amistades: de placer, utilidad y la amistad perfecta. Las dos primeras forman un espejismo de amistad porque se sostienen por causas ajenas a la ratio de la amistad. "Estas amistades lo son, por tanto, por accidente, porque uno es amado no por lo que es, sino por lo que procura" [9]; y es aquí donde se halla la amistad perfecta: en amar al otro por lo que es.

"Pero la amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud; pues, en la medida en que son buenos, de la misma manera quieren el bien el uno del otro, y tales hombres son buenos en sí mismos" [10]. Además el hombre bueno no solo será el mejor amigo sino que será útil y agradable. De alguna manera se supera la necesidad de autosuficiencia para alcanzar lo agradable y bueno para el hombre justo.

La Odisea

En tercer y último lugar, la exposición en Odisea se presenta surcada de las relaciones protagonizadas por Ulises. Es una obra de carácter epopéyico de acuerdo a los valores griegos del siglo VIII a. C, algo que nos induce a pensar que existirán ciertos sesgos en favor de la épica. No obstante, la obra recoge un profundo carácter antropológico.

En términos generales, la concepción de la amistad en la obra recoge los conocidos valores masculinos. En este aspecto se prepondera el sentido de la relación como un compartir la vida y lo que la hace valiosa, es decir, que exista un proyecto común que los distancie del mundo, por encima de la intimidad y el apoyo. Ciertamente estos valores se ven entrelazados finalmente, puesto que unos no excluyen a los otros como hemos visto en Antoine y Aristóteles.

La Odisea recoge una constante búsqueda de lo valioso y se dan muchas de las características mencionadas hasta el momento. Destacaremos lo invisible, motor de las acciones del protagonista, ante las trabas sensibles como la mencionada ante Circe: "mas ni una ni otra dobló el corazón en mi pecho" [11], siendo el pecho aquello que pesa más en su vida, que termina por convertirse en su destino. De ahí que, en relación a la amistad, resuene en silencio a lo largo de la obra la pregunta, ¿estás conmigo? Su mayor exponente se verá en su regreso a Ítaca bajo otra apariencia, donde probará la fidelidad de sus compatriotas y familiares. Podemos ver en las distintas relaciones cómo se desarrolla esta idea.

Sus compañeros de barco destacan en numerosas virtudes propias de la amistad: la justicia (reparto de bienes), el servicio, obediencia y disciplina bajo su mando, fidelidad (canto de las sirenas), etc. Sin embargo, estas relaciones no son de igualdad puesto que son sus marineros. Ante esto cabe decir que los llega a tratar como verdaderos hermanos (entierro de Elpénor), cuando lloran las penas y gozan de las victorias. En definitiva corren la misma suerte, aun siendo esta por accidente, por lo que terminan siendo sujetos de utilidad y, en consecuencia, la amistad resulta imperfecta a los ojos de Aristóteles. Por otro lado, El Principito podría hablar de verdaderos amigos puesto que crearon auténticos lazos.

Es de destacar la amistad basada en el reconocimiento de las heridas como lo hace Euriclea, matrona de Ulises, tras su regreso. De este modo, la amistad permanece en lo desconocido al mundo.

En cuanto a la relación de Ulises con su esposa Penélope, aparece una amistad dentro de la relación conyugal. Según Aristóteles "la amistad entre marido y mujer aparece por naturaleza" [12]. Esta amistad parecer estar basada en la conversación: "disfrutaban contando uno a otro las propias historias: refería la mujer de lo mucho sufrido (...) luego Ulises, retoño de Zeus, contó los estragos que él en otros causara y sus mismas penosas fatigas sin dejarse atrás nada. Gozaba ella oyendo y el sueño no cerraba sus ojos en tanto seguía aquel relato." [13]

En último lugar, encontramos las verdaderas relaciones de amistad entre iguales: los héroes. Su relación con Menelao, Agamenón o Néstor, cuando el último afirma "un alma, una mente a los dos nos movió" [14]. Descartamos a su hijo Telémaco como amigo a causa de su condición filial. En relación a los dioses, Atenea se hace semejante a él, siendo una compañera en todo. No obstante, para Aristóteles no cabe esta amistad insalvable por la condición, algo que queda en entredicho en Odisea.

Conclusión

Tal vez ahora podemos hablar de lo que no vemos y escuchar lo que antes sólo oíamos. Quisiera concluir este ensayo aludiendo al vasto horizonte que alberga la amistad. Tanto es así que la búsqueda interplanetaria de El Principito, la profundidad ética de Aristóteles o los viajes del indomable Ulises se complementan entre sí. Destacan la necesidad humana, la benevolencia inicial, el carácter selectivo, la necesidad de la progresiva apertura y creación de lazos por medio del tiempo y el diálogo, la necesidad de igualdad, no tan exigida en El Principito, la correspondencia y el reconocimiento. En las obras, sus puntos en común atienden a lo más esencial: la amistad como una manera de amar, una amplitud transformadora que nace de lo más hondo del corazón humano, más allá del instinto o la supervivencia. Así es, la amistad es ante todo espiritual porque trasciende al mundo que rodea a los amigos. Ellos en su intimidad y unión ya han cambiado la forma de percibir y entender, guardan un refugio común frente a lo desconocido y proyectan una misma mirada transformadora, haciendo del contenido de un recipiente un océano de perfección.

*CITAS

[1] de Saint-Exupéry, Antoine, El Principito. Madrid, Alianza-Emecé, 1992, pág. 70.

[2] Ibid., pág. 50-51.

[3] Ibid., pág. 68.

[4] Ibid., pág. 67.

[5] Aristóteles, Ética a Nicómaco, trad. J. P. Bonet. Madrid, Editorial Gredos S. A., 2018, VIII, 1, 1155a, 4-9.

[6] Ibid., VIII, 1, 1158a, 16.

[7] Ibid., VIII, 5, 1157b, 28-29.

[8] Ibid., VIII, 6, 1155a, 16.

[9] Ibid., VIII, 3, 1156a, 16-18.

[10] Ibid., VIII, 3, 1156b, 6-8.

[11] Homero, Odisea. trad. J. M. Pabón. Barcelona, Editorial Planeta De Agostini, S. A., Canto IX, 33

[12] Aristóteles, Ética a Nicómaco, VIII, 12, 1162a, 17-18.

[13] Homero, Odisea, Canto XXIII, 301-309.

[14] Ibid., Canto III, 127-128.

RAFAEL GONZÁLEZ DE CANALES DÍAZ