Azrael, Azrael
Un relato de Rafael González de Canales Díaz
Si volvía a intentarlo sabría que volvería a fallar. Con manos penitentes y mirada perdida en una esquina del cielo, la joven alma del capitán meditaba sobre la última actuación de su regimiento. Las armas ya fueron veladas, ¿lo fueron las cornetas? No parecía que estas acudieran al asalto final...

De nuevo volvía a cerrar los ojos. El horror retorcía la mirada hacia un cielo más alto. Esta era la última oportunidad de salvar parte de lo que quedaba. Ahora que las esperanzas se desvanecían y sus manos luchaban contra el temblor de la tierra, su corazón desmintió el cese final.
Sobre su retrato pálido en algún espacio cubierto el pergamino de la gloria contenía sin cesar:
"Tres ángeles trasnochados
dejaron de velar
y altas rosas florecidas
sembraron triste azahar"