Aspectos religiosos de la libertad

06/01/2020

Por: Rafael González de Canales Díaz

Universidad de Navarra

-- Antropología I: Trabajo Final --

Aspectos Religiosos de la Libertad


Índice

Nota introductoria

1. Preámbulo

2. Investigación

  • 2.1. Introducción
  • 2.2. Desarrollo
  • 2.3. Conclusión

3. Reflexión personal

4. Bibliografía


NOTA INTRODUCTORIA

El presente documento (el trabajo final entregado para la asignatura de Antropología I en la Universidad de Navarra) no contaba con esta breve nota introductoria, que ha sido posteriormente añadida para aclarar ciertos conceptos al lector potencial.

En la composición de este análisis pueden distinguirse tres partes: la primera consiste en el resumen de un capítulo del libro Fundamentos de Antropología de Ricardo Yepes, en el cual se expone el significado de los términos más relevantes y necesarios para mi argumentación; la segunda es el desarrollo de la investigación acerca de lo relativo al tema escogido (aspectos religiosos de la libertad); y, por último, incluyo una breve reflexión personal sobre la relevancia del tema y su impacto intelectual.


1. PREÁMBULO [1]

La libertad tiene su raíz en lo más profundo de la persona humana. La libertad está involucrada en todos los actos de la persona y se asienta en el ejercicio de la voluntad.

Los cinco modos de querer o los usos de la voluntad son:

  • 1. El deseo: inclinación hacia un bien racionalmente captado que se nos aparece como bueno, donde se llega al gozo al alcanzar la unión inmediata con lo deseado.
  • 2. La elección voluntaria: referida al pasado que puede decidirse entre aprobar o rechazar. Se aplica a todo lo que uno ya es.
  • 3. Si está referida al futuro se resume a ser señor de mi propia vida acerca de lo que puedo hacer.
  • 4. La voluntad creadora: consiste en la transformación, realizar actos lingüísticos, crear instituciones o relaciones personales. En definitiva: la voluntad es crear.
  • 5. Amor: reconocimiento y afirmación de una realidad por lo que en sí misma es y vale. Estos usos guardan entre sí mucha relación y pueden, más bien deberían darse simultáneamente.

De desconsiderar ciertos aspectos se llegaría a la formación de un hombre incompleto.

La libertad interior o constitutiva

El hombre es un ser libre en su intimidad. Se trata de un espacio interior inaccesible para el resto. Ningún cautiverio o prisión podrá quebrantar la también llamada "libertad fundamental". Esta libertad nos permite hablar de dignidad de la persona de donde brotan los derechos de libertad de expresión, libertad religiosa, etc. La libertad, por su naturaleza expansiva, nos llama a la apertura a todo lo real desde la intimidad. La libertad hace que el hombre sea causa de sí mismo en la medida en la que esta nos conduce a la inclinación a la autorrealización, fin último de la persona. Esta libertad íntima no nace ex novo sino de una realidad del yo formada por mi síntesis pasiva (elementos genéticos, cognitivos, etc.). Esta visión ajustada al molde de la realidad nos conduce finalmente a la limitación de nuestras posibilidades que parte de nuestra historia, cuerpo, nacimiento y síntesis pasiva.

La libertad de elección o de arbitrio

La elección del arbitrio no es real sino aparente. Frente a la teoría determinista, entendemos que la síntesis pasiva únicamente condiciona pero no suprime la libertad. Otro peligro sería considerar la elección el único cauce para desarrollar nuestra libertad, lo cual significaría que uno sería menos libre cuanto más elige, pues tendría menos capacidad de elección. La teoría de J.S.Mill nos lleva a un relativismo donde lo mejor es lo que uno quiera como seña de autenticidad del individuo. Esta concepción sería la libertad como poder de coacción, que dista mucho de la realidad por varios motivos:

En primer lugar, la espontaneidad como consecuencia inmediata de la concepción de Mill es sinónimo de esclavitud a la realidad sensible. En segundo lugar, la falta de una verdad o de la existencia de un proyecto vital que esté por encima de otro nos deja en la desorientación, que termina por fomentar el individualismo, la insolidaridad, el egoísmo, etc. En tercer lugar, las cosas y acciones tienen un valor y una naturaleza objetivos. En cuarto y último lugar, sin la gestión adecuada de los deseos tendremos proyectos más pequeños y menos brillantes.

El crecimiento de la libertad

El uso del libre arbitrio produce costumbres y hábitos. La naturaleza se perfecciona con los hábitos, pero dicho desarrollo cuenta con innumerables obstáculos. Los buenos hábitos conducen a la virtud mientras que los malos hábitos conducen al vicio. La virtud permite la separación de bienes arduos mientras el vicio incapacita.

La realización de la libertad: en proyecto vital

Desde una dimensión vital y existencial, la realización de la libertad fundamental es la tarea de vivir la propia vida y configurar una determinada biografía e identidad. Vivir consistiría en ejercer la capacidad de forjar proyectos y de llevarlos a cabo. La virtud que orienta la aspiración a lo verdaderamente grande sería la magnanimidad.

La libertad social: miseria y oportunidades

La libertad social consiste en que los ideales puedan vivirse y que toda persona tenga en sus manos la posibilidad de realizar sus metas. El ambiente social debería alentar al ejercicio de la iniciativa en la solución de los propios ideales. La miseria se concebiría como la situación en la que el hombre queda reducido a una dinámica mecánica y automática, en la que no puede crecer. La mejor inversión quedaría en el desarrollo de los medios económicos, el autogobierno, etc. Se reducirían así a la capacidad de crear riqueza en una sociedad, por ello es preferible una sociedad abierta.

Pluralismo y tolerancia

Todo comportamiento del hombre tiene un efecto en nosotros mismos y en los demás. Hoy en día está extendido el llamado permisivismo que consiste en la falta de responsabilidad y autoridad social. El pluralismo y la tolerancia son valores irrenunciables que parten del hecho de que somos distintos y hemos de respetarnos. Sin embargo, la tolerancia entendida como permisivismo pretende excluir cualquier forma de reproche hacia conductas distintas a las que nosotros practicamos (corrección política). En ese sentido la tolerancia tiene por consecuencia la pérdida de contenido, es decir, el ascenso del relativismo. El polo opuesto lo formaría el autoritarismo, que establece una imposición voluntarista que entiende por incapaz de ejercer su libertad al propio pueblo. Confunde de esta manera obedecer con no pensar.


2. INVESTIGACIÓN

  • 2.1. Introducción

Una vez que hemos estudiado las diferentes facetas de la libertad del hombre podemos adentrarnos en un aspecto más atípico, pero no por ello más alejado de la esencia del concepto de la libertad. Se trata de los aspectos religiosos de la libertad.

Antes de comenzar con el desarrollo del trabajo es preciso establecer el significado de los conceptos con el fin de poder orientar el trabajo a la materia tratada en este nuevo apartado.

Respecto a la definición de libertad, la R.A.E acoge muchas acepciones, pero no son las apropiadas para este tema filosófico. Definiré la libertad como aquello que implica dirigir la voluntad hacia un bien, que en cuanto bien, nos perfecciona. Por esto definimos la libertad como un "para", un medio ordenado al bien. No es indeterminación, sino autodeterminación. De acorde a esta definición nos acercamos a una perspectiva aristotélica del concepto.

El ser humano como ser cuenta con dos componentes: el cuerpo y el alma o espíritu. La religión juega un papel fundamental en el desarrollo del espíritu, al ser el hombre un ser religioso por naturaleza, a pesar de las influencias como el materialismo en nuestra sociedad que pretende negar esta realidad. Esta es una condición innata del hombre. Incluso las personas que no creen en nada ya están creyendo en algo...

El economista y pensador Amartya Sen considera que es la capacidad de crear capacidades un factor importante para el desarrollo de un país como aparece en su obra Nuevo examen de la desigualdad y desarrollo y libertad. Esta teoría está referida a la libertad social. Sin embargo, si aplicamos esta idea de capacidad de crear al individuo, podemos concluir que el desarrollo de la libertad está relacionado con el ascenso en la escala jerárquica de la felicidad que defiende el psicólogo Maslow. La religión es importante para entender la conquista de la autorrealización por medio del camino espiritual.

Entendiendo la religión como un medio que potencia la libertad de acorde a la naturaleza humana, en este trabajo analizaremos los aspectos religiosos de la libertad. Más en concreto trataremos de Dios, las relaciones entre Dios y el hombre y, al hombre.

  • 2.2. Desarrollo

A. El hombre: dimensión religiosa en su historia

La religión a lo largo de la historia ha tomado diversas manifestaciones no exentas de los condicionamientos socioculturales. Tenemos el caso de manifestaciones politeístas, monoteístas, panteístas y otra gran variedad de formas de religiosidad. Todas ellas buscan una respuesta a las cuestiones del origen y fin del mundo y del hombre. En esa trascendencia del hombre nacen preguntas que buscan la verdad última escondida en las apariencias materiales del mundo. Podemos clasificar en tres bloques las distintas formas tradicionales de religiosidad:

En primer lugar, encontramos el paganismo. Se caracteriza por la búsqueda de "las fuerzas desconocidas de la Naturaleza" [2]. Aparece una mezcla entre en lo terrenal y el más allá en formas ocultas, donde la divinidad es ajena a los asuntos humanos, quedando el hombre sujeto a los azares del destino. Destaca por lo tanto "el atractivo perenne de las vías no racionales de conocimiento" [3]. Podemos poner como ejemplo el mundo del esoterismo, el ocultismo junto con las manifestaciones politeístas como podría ser la mitología griega, donde aparece el fenómeno de la antropomorfización de las divinidades.

En segundo lugar, destacan las religiones monoteístas que seguirán la siguiente sucesión cronológica: judaísmo, cristianismo e islam. Parten de la existencia racional de un único Dios omnipotente y creador de todo lo existente. El origen tiene lugar en el Pueblo de Israel con la cercanía de un Dios que otorga una conducta moral buscando la elevación del hombre hacia la justicia con la promesa de una vida futura junto a Él. En el cristianismo se da la continuación con la llegada del Mesías, el Cristo anunciado en la figura de Jesús de Nazaret quién se hace Hijo de Dios y uno con Él. Su doctrina revolucionará las propias bases del judaísmo siendo considerada por algunos una secta de esta. En el cristianismo Dios se acerca directamente al individuo y le llama una vida personal junto a Él para llegar a su plenitud y alcanzar una vida futura en la intimidad de su divinidad. Finalmente, el Islam "se formó sobre un núcleo fundamental del monoteísmo judío, transformado y dotado de un código moral (...) adaptado a la cultura y mentalidad de su entorno" [4].

La última y tercera forma sería la religiosidad moderna del hombre agnóstico o ateo propia de la secularización occidental, en el llamado laicismo.

B. La libertad en Dios y el hombre

El hombre como ser creado puede llegar a un conocimiento racional de la existencia de Dios. También la fe es aliada la razón a la hora de encontrar la verdad última (preámbulos de la fe). El hombre tiene también una capacidad espiritual que necesita ser saciada. Esta recorre los anhelos más profundos de su existencia de acuerdo con su capacidad de amar.

San John Henry Newman defendió a ultranza la formación integral de la persona en la vida universitaria y sostuvo que "la existencia de Dios es inverosímil sin la afirmación robusta de la existencia de la libertad humana" [5]. Con estas palabras queda de manifiesto la estrecha relación entre los conceptos fundamentales del trabajo: realidad, capacidad, libertad, amor y respuesta a las cuestiones últimas.

La teología entendida como "ciencia que trata de Dios fundada en los textos sagrados, la tradición y los dogmas" [6] será primordial a la hora de entender a Dios y al hombre, cómo se relacionan y cuáles son sus características.

Como se ha dicho antes, tomaremos una perspectiva aristotélica del concepto de libertad. Aristóteles realizó una crítica acertada de las concepciones que le antecedieron, trató el problema desde varios puntos de vista y formuló una concepción que distinguió la autonomía de la libertad respecto de sus condicionamientos (síntesis pasiva, caracteres biológicos, etc.) y frente a las teorías deterministas. Quedaría aún así una cuestión por contestar: ¿Cómo se relaciona la libertad con la existencia Dios? Lo que nos llevaría a cuestionarnos ¿Hasta qué punto el hombre es libre?

Manuel Mindán Manero en su obra Reflexiones sobre el hombre, la vida, el tiempo, el amor y la libertad afirma que "la voluntad de Dios es absolutamente independiente, es decir, no es movida ni atraída por ningún bien extraño a ella misma" [7]. "La voluntad de Dios es inmutable; no puede cambiar ni rectificar, ni repartirse" [8]. "La voluntad de Dios es infaliblemente eficaz. No falla ni puede fallar en sus decisiones; no puede ser entorpecida ni limitada por nada" [9]. Únicamente podríamos añadir que Dios es libre al ser el Bien, fin último de la existencia. Podemos concluir diciendo que el desarrollo, en cuanto se entienda como bueno, tiende a Dios.

Actualmente entendemos que la concurrencia de la voluntad divina y la voluntad humana supone el desarrollo de naturaleza del hombre a la que está llamado a ser. En el caso de Dios no se puede dar un desarrollo, al ser Él el Ser. Él llama a sus criaturas hacia sí mismo. La Iglesia católica afirma que Dios perfecciona de esta manera la naturaleza del hombre en su actuación conjunta. Según la esencia misma de Dios, Dios no puede contradecirse. Sin embargo ¿Cómo concurren ambas libertades? La respuesta al problema teológico se resuelve en el obrar de Dios en el hombre y con el hombre. Se da una "iniciativa divina" que debe ser secundada por la criatura de acuerdo a lo que la criatura puede dar de sí. Un ejemplo a esta cuestión sería que Dios no puede pedir al hombre que vuele sin los medios necesarios. Sería entonces como si Dios concediese las alas para poder volar siendo la persona libre de volar o no.

La libertad del hombre supone "la herramienta", que bien empleada, le realiza en virtuoso en cuanto ha obrado bien, o en un hombre pecaminoso en cuanto ha obrado mal. De esta forma se entiende que la libertad garantiza determinadas desdichas e infortunios mas no todos, pero sí de su destino. Es fundamental entender la libertad como un hacerse dueño, dominar nuestro futuro en la medida que cabe. Caer al dominio de las pasiones supone un detrimento de la naturaleza, así como el ejercicio erróneo de la razón buscando una incesante racionalización del yo y de mis circunstancias sin ser capaz de ver la mano de Dios en la vida de uno.

Según los fines que rigen al hombre este es responsable de su destino. Existen ciertas influencias como hemos estudiado, pero la mera verdad prevalece sobre cualquier planteamiento que pretendan excluir este fin glorioso de la naturaleza que queda bajo su responsabilidad.

Con esto concluimos que el mal será castigo final del hombre que obra inapropiadamente y el premio será para el justo, es decir, aquel que ha actuado de acuerdo al bien. Ahora bien, en el cristianismo ese mal se entiende también como prueba del justo para su perfeccionamiento. No se puede hablar de tentación de Dios sino de una posibilidad que Él otorga para sacar bien del mal desde su infinita Sabiduría y Bondad. Destaca el famoso episodio del justo Job.

El tema expuesto anteriormente nos enseña que hoy en día ha triunfado el relativismo apoyado por pensadores como J. S. Mill que dejan al hombre bajo la incertidumbre, el individualismo y, en última instancia, el caos. En uno de estos días de clase pudimos ver cómo el hombre ha ido perfeccionando sus manifestaciones artísticas a lo largo de la historia en cuanto eran más humanas, es decir, se perfeccionaban hacia la verdad. Este sendero que recorre muchos siglos, desde las primeras manifestaciones en las cavernas hasta hoy en día, conocen una encrucijada en el hombre moderno, subjetivista y soberbio que pretende emprender nuevas sendas bajo la ideología y otras muchas maneras oportunistas. En estos nuevos tramos el hombre ha perdido la orientación de la verdad. Con razón muchos se preguntan qué ha pasado para que esta o tal cosa haya llegado a ser valorada tanto. Un ejemplo claro sería las heces enlatadas del artista Manzoni que lejos de la belleza uno encuentra mera provocación.

Aunque este tema se aleje de la naturaleza de nuestro estudio, es memorable para identificar el camino del bien, el camino de la verdad con la autorrealización de la que es responsable el uso de nuestra libertad. Esta responsabilidad es consecuencia necesaria pues sin ella todo daría lo mismo. Un determinista debería aceptar que la culpa no existe, por lo que no debería existir prisiones al no ser el hombre responsable de sus actos. Finalmente, alcanzamos la idea de que la responsabilidad exige de la existencia de un Juez Supremo que sería Dios en última instancia.

En la relación de Dios y el hombre, Dios en su omnipotencia misericordiosa, pretende restablecer lo que se había roto en la caída del Pecado Original. Si bien el hombre fue capaz de negarle, también será capaz de aceptarle de la misma manera, lo que garantiza su libertad y no menoscaba la omnipotencia de Dios. No obstante, el plan de Dios fue más allá, lo que permite el afianzamiento de la adopción filial de la criatura y la misteriosa muerte de Hombre-Dios en un madero para la remisión de los pecados. La identificación del hombre como Hijo de Dios otorga a este la dignidad de persona. Siendo este don el que situaría al homínido por encima del resto de las criaturas haciéndole partícipe la divinidad santísima de las tres Personas trinitarias.

El cristianismo, concretamente el católico romano, ha profundizado en las verdades del hombre llegando a respuestas no del todo abarcables de Dios y sus criaturas. La libertad queda como resguardo innegable del hombre durante su vida. Nadie elige ser libre y nadie se puede negar su libertad. Existen casos donde la libertad queda anestesiada y donde aparecen los actos involuntarios, pero estos últimos se alejan de la cuestión de estudio.

Para el antropólogo Higinio Marín, "la libertad del hombre es sacerdotal, es decir, es oferente y ofrenda de sí y del mundo con potencia ontológica, con capacidad de orientar el mundo" [10]. Entiende la libertad como ofrenda a Dios, como don a disposición del hombre. La mejor forma de emplearla sería la ofrenda a Dios. La libertad es de lo más importante que uno puede disponer junto con la memoria, el entendimiento y la voluntad que pueden ser devueltas al Creador que nos las ha concedido.

El último aspecto a tratar sería la silenciosa vida de la gracia que se intuía antes cuando hablaba del hombre como ejecutor de la acción divina conforme a su naturaleza y a sus fines. La gracia de Dios no es medio indispensable para el buen obrar. Tan solo es necesaria para toda obra buena meritoria de salvación. Sus características según Manuel Mindán Manero son: la gratuidad, la sobrenaturalidad, necesidad según lo dicho y su universalidad. La disposición de la gracia dependerá de la libertad.

El conflicto antes resuelto por la teología católica acontece nuevamente con el protestantismo que niega el libre albedrío. Autores como Lutero o Calvino sostuvieron que el hombre con la gracia necesariamente hace el bien y, sin ella, el mal. Esta simplificación dista de la rica interpretación católica donde concurren los planes de Dios y del hombre envueltos del amor de quien todo lo sabe y dispone.

  • 2.3.Conclusión

Para concluir, podemos decir que la aceptación de la libertad del hombre no es posible sin la aceptación de la existencia de un Ser Supremo.

El hombre como ser eminentemente religioso busca saciarse de plenitud en un Dios donde encuentre descanso. La criatura como ser libre tiende a alcanzar la autorrealización lo que podría identificarse con conocer la verdad última. Aquí solo la religión puede dar una respuesta.

Por lo tanto, la identificación de la voluntad del hombre con la de su Creador nace de una iniciativa divina (gracia divina) y recorre una expansión infinita a manos de la criatura que confluye en la perfección de su existencia, es decir, alcanzar los fines para los que se le había dado la libertad. Esta libertad es además un don que puede darse como ofrenda a Dios.


3. REFLEXIÓN PERSONAL

La libertad siempre ha sido uno de los temas que más me ha interesado cuando estudiaba el bachillerato. Realicé no sin motivos una reflexión para el curso del Bachillerato Internacional orientada hacia el desarrollo de la libertad y el desarrollo tecnológico, abordando las relaciones entre estas y otros aspectos colaterales.

En esta ocasión he emprendido un enfoque más arriesgado y, creo que por ello, más apasionante acerca de la libertad del hombre. Se trata del papel de la religión en la libertad. El principal problema que me he encontrado ha sido la bibliografía. Si bien me he desenvuelto con tres fuentes, no por ello he llegado a abarcar todas las cuestiones. Por ello partí el trabajo en dos partes. Una que se centraría en la religiosidad del hombre que haría de preámbulo para dar entrada a la parte más interesante: Dios y la libertad del hombre.

Parece indiscutible que una vez acreditada esa libertad con los argumentos de J. H. Newman y la postura aristotélica, que no dejan de ser de autoridad, debamos llegar a la conclusión que el hombre necesita de la mano de Dios para autorrealizarse. El problema llegaría con la interpretación de esa acción divina en el hombre. Desde la postura protestante podemos observar una visión más bien maniqueísta y simplista del asunto. La visión católica nos da una visión más enriquecida como ya hemos visto de acuerdo a la naturaleza de Dios y del hombre resultando la acción libre de Dios un don llamado gracia santificadora.

Es comprensible que se hayan dicho demasiadas cosas sin una mayor profundización. En esta reflexión personal quisiera indagar en lo que para mí supone esta realidad que he estado considerando estos días:

En primer lugar, por mi visión católica de las cosas considero que uno debe plantearse esta cuestión desde el optimismo de la Bondad y Sabiduría de Nuestro Dios. La gracia como don sólo puede entenderse como una puerta abierta en el corredor de la vida. Es como si uno tuviera que pasar por ahí si quiere, ya no para estar satisfecho, sino llegar a la plenitud. Otra opción sería guiarse por el criterio propio de quien cree conocer el camino, y rechazando la gracia pierde lo más importante de su vida, pues al camino de la salvación le debe corresponder el lugar primordial en nuestro día a día. La obediencia como virtud debe descansar en la confianza de Dios como Padre que nos ama. Por esto es necesario un abandono a Su Voluntad ya que esta sería la opción más inteligente.

En segundo lugar y último lugar, me preocupa que la gente no tenga tanto en consideración lo que yo llamo "el convencimiento del bien". Las personas deben buscar la manera de convencerse de que el bien es el único camino de la felicidad. Tal vez este trabajo ayude a alumbrar esto... Sea así o no, aún recuerdo sus palabras en clase cuando dijo "ser justo es una chulada". Espero que otros muchos lo piensen en este momento.


4. BIBLIOGRAFÍA

  • Mindán Manero, Manuel. Reflexiones sobre el hombre, la vida, el tiempo, el amor y lalibertad, Zaragoza, Sdad. Coop. de Artes Gráficas, 2002
  • Yepes Stork, Ricardo. Fundamentos de Antropología. Un ideal de la excelencia humana, Navarra, Eunsa, 2009.
  • https://eldebatedehoy.es/noticia/educacion/07/04/2020/newman-libertad-y-universidad/

*CITAS

[1] Cf. Ricardo Yepes Stork, Fundamentos de Antropología. Un ideal de la excelencia humana, Navarra, Eunsa, 2009. Capítulo VI: La libertad.

[2] Yepes Stork, Ricardo, Fundamentos de Antropología. Un ideal de la excelencia humana, Navarra, Eunsa, 2009, pág. 353

[3] Yepes Stork, R. Op.cit., pág. 353

[4] Yepes Stork, R. Op.cit., pág. 354

[5] Véase: https://eldebatedehoy.es/noticia/educacion/07/04/2020/newman-libertad-y-universidad/ [Fecha de consulta: 25/04/2019]

[6] Véase: https://dle.rae.es/teolog%C3%ADa?m=form

[7] Mindán Manero, Manuel, Reflexiones sobre el hombre, la vida, el tiempo, el amor y la libertad, Zaragoza, Sdad. Coop. de Artes Gráficas, 2002, pág. 84

[8] Mindán Manero, M. Op.cit., pág. 84

[9] Ibid.

[10] Véase: https://eldebatedehoy.es/noticia/educacion/07/04/2020/newman-libertad-y-universidad/ [Fecha de consulta: 26/04/2019]


RAFAEL GONZÁLEZ DE CANALES DÍAZ