¿En qué medida influyó la Falange Española de las JONS en la caída de la II República Española?

09.04.2020

Por: José Miguel Alcolea Utrera

-- Monografía del Bachillerato Internacional --

El final de la II República Española


Índice

1. Introducción 

2. Contexto histórico 

3. La creciente insatisfacción social con el orden establecido 

3.1. La Revolución de Octubre de 1934

3.2. Las elecciones de febrero de 1936 

4. La conspiración contra la II República 

5. La ejecución del golpe: el Alzamiento Nacional 

6. Conclusiones 

7. Bibliografía


1. INTRODUCCIÓN

El siglo XX español quedó marcado por una sangrienta guerra civil que traería el régimen de Francisco Franco hasta 1975. Durante 38 años, la Falange Española Tradicionalista y de las JONS será el partido único, gozando por ello de gran poder e influencia. Si bien en 1937 Franco la consagró a esa suerte, su esencia - Falange Española de las JONS (en adelante, "Falange") - tan solo había sido fundada cuatro años atrás, lo cual me lleva a preguntarme cuán importante debió de ser su papel durante la II República para terminar adquiriendo semejante protagonismo.

Por ello, la pregunta que guiará este ensayo será: ¿en qué medida influyó la Falange Española de las JONS en la caída de la II República? Para responder a la pregunta se investigará en la obra de historiadores como Antonio Gibello y Stanley Payne, así como se consultarán numerosas fuentes primarias. Se seguirá un orden cronológico, atendiendo al papel que jugó la Falange en los años previos al golpe como agitadora social, a su papel preparando el golpe y a su papel en la ejecución del mismo.


2. CONTEXTO HISTÓRICO

Tres temas contextualizan el objeto de análisis: el panorama internacional, la situación en España y la creación de la Falange. La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa de octubre de 1917 serán los dos hechos que marquen el devenir político mundial del primer tercio del siglo XX. La Gran Guerra transformó las relaciones internacionales y el mapa político de Europa, dejando a una Alemania resentida tras los Tratados de Versalles y a una Italia despreciada. Por ello, crecerá en estos países un profundo sentimiento nacionalista que dará lugar al nazismo y al fascismo en Alemania e Italia, respectivamente.

Por otro lado, por la Revolución Rusa los bolcheviques se harán con el poder, instaurándose en el mundo el primer régimen político de ideología comunista: la URSS. Con la constitución de la III Internacional se impulsaron sus ideas por Europa, llegando también a España.

Entre tanto, en España se vivía la Restauración Borbónica, una etapa convulsa de monarquía parlamentaria primero (1874-1923) y de dictadura militar después (1923-1930), cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la II República. Ésta tuvo tres etapas: el primer bienio (1931-1933), dirigido por un Gobierno de socialistas y de izquierda; el bienio radical-cedista tras las elecciones de noviembre de 1933; y la vuelta de la izquierda en febrero de 1936 con el Frente Popular.

El primer periodo quedaría marcado por la personalidad de Azaña y la Constitución de 1931, "abiertamente anticatólica, ofensiva para los sentimientos de la gran mayoría de población" [1] . El historiador Pío Moa interpreta que esta Constitución refrendaba en cierta medida la oleada de incendios de iglesias, bibliotecas y centros de enseñanza, y esto empujaba a una parte de los españoles a no identificarse con el nuevo régimen. Argumenta, además, que mientras la derecha optaba por la legalidad para frenar esta oleada de odio, no así lo hacían los anarquistas, que comenzarían con huelgas revolucionarias e insurrecciones como la del Alto Llobregat el 18 de enero en 1932. La rebelión anarquista a los diez meses de iniciarse la República contaba con 122 muertos. [2]

A estos hechos hay que añadir el frustrado golpe de estado del General Sanjurjo en 1932, la insurrección anarquista de Casas Viejas, y otra en Cataluña en 1933. Con un saldo total de 285 muertos, Azaña se vería obligado a convocar elecciones en noviembre de 1933, y no sorprendió que ganasen las derechas. [3]

Como consecuencia del crecimiento de la izquierda marxista en España, y con la influencia de los fascismos europeos, dos políticos, Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, fundaron las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista el 10 de octubre de 1931.

Ramiro Ledesma se inició en política con su periódico La Conquista del Estado, donde describiría sus ideas de "nacionalismo bajo el control del Estado, la justificación de la violencia, la glorificación del imperio y la sindicación nacional del trabajo" [4] . Redondo, menos exaltado, defendía desde Valladolid "la unidad nacional, la preeminencia de los valores hispánicos tradicionales y la justicia social" [5] . A pesar de sus diferencias, diría Payne que ambos eran nacionalistas y revolucionarios autoritarios antimarxistas, y que la escasez económica de Ledesma y el aislamiento de Redondo en Valladolid fueron los tres factores que les convidaron a unirse y fundar las JONS [6].

Por otro lado, el 29 de octubre de 1933, José Antonio Primo de Rivera y Julio Ruiz de Alda fundaron la Falange Española, un movimiento que Payne describiría como un "nacionalismo radical y autoritario con un programa de reformismo social radical, audaz y moderno en cuanto a la cultura, pero, de alguna manera, en armonía con la tradición católica y dispuesto a usar cualquier tipo de violencia que hiciera falta" [7]. Además, "José Antonio buscaba un credo político que apelase a los sentimientos estéticos, es decir, un nacionalismo de estilo poético y generoso" [8], por lo que contrastaba con el radicalismo de las JONS.

No obstante, por sus similitudes, por la búsqueda de financiación, el deseo de unidad en España y por la visibilidad consecuente, el 15 de febrero de 1934 se uniría con las JONS para formar Falange Española de las JONS, el partido que en este ensayo se presentará como crucial para explicar el fin de la II República.

Quisiera hacer mención también a la Comunión Tradicionalista, un partido conservador, católico, monárquico y carlista que pronto demostraría su disconformidad con el sistema republicano. Se desarrolló de forma aislada en el norte de la península, País Vasco y Navarra. Presumía además de un importante cuerpo paramilitar llamado requeté que será crucial en la sublevación. Terminará fundida en un partido único en abril de 1937: la Falange Española Tradicionalista y de las JONS.


3. LA CRECIENTE INSATISFACCIÓN SOCIAL CON EL ORDEN SOCIAL ESTABLECIDO

Tras la derrota de la izquierda en las elecciones de 1933 el panorama político en España continuó agitándose hasta darse las circunstancias que acabaron con la II República.

3.1. La Revolución de Octubre de 1934

La legitimidad del Gobierno surgido tras las elecciones de noviembre de 1933 no ofrecía dudas. No obstante, la víspera de las mismas Largo Caballero había anunciado que no admitiría un resultado adverso en las urnas [9]. Cuando finalmente se conoció la composición del nuevo Gobierno, el clandestino comité insurreccional del PSOE tomó la decisión de trabajar para desatar la guerra civil y llevar a cabo la "ansiada" revolución marxista [10]

Es preciso señalar la oleada de propaganda socialista animando a la revolución: ejemplos son el discurso de Largo Caballero en Murcia diciendo "¡Templad el ánimo para la batalla!" [11] y las portadas del diario Renovación gritando "¡Por la insurrección armada!" [12].

Sus intenciones terminarían por materializarse con luchas violentas que se sucedieron por toda España en octubre de 1934, pero fueron fácilmente reprimidas por el Gobierno con excepción de Cataluña y Asturias. En Cataluña, Dencàs y Companys proclamarían la República de Cataluña, pero no triunfarán porque la UGT no tenía fuerza en Barcelona y la CNT no consideraba aquella su revolución [13]. En Asturias, la violencia de los actos será de mayor envergadura, llegando Gil Robles [14] a contabilizar 1.375 muertos y 2.945 heridos [15].

Como consecuencia de estas insurrecciones, crecía la inestabilidad política en España y la Falange comenzaba a crecer en importancia como alternativa, especialmente en las ciudades con universidad [16]. Lo cierto era que José Antonio fue el único político que reaccionó contra la agresión revolucionaria de la izquierda, y lanzó a sus seguidores para apoyar al Gobierno y defender la unidad de España [17]. Es sabido que escribió una carta al General Franco para advertirle de la inminente revolución y de la inacción del Gobierno, pedirle la actuación del Ejército y ofrecer a las milicias falangistas para combatirla [18]. Una parte de los españoles se dio cuenta de la "amenaza marxista" y de la pasividad del Gobierno, por lo que la Falange creció.

Citando directamente a Gibello, "el año 1935 es el de la apoteosis falangista" [19]. Se multiplica la Falange, atendiendo mítines por toda España. El 21 de marzo se fundará el diario Arriba, donde "como antes en F.E., pero con mayor intensidad, va a proyectar José Antonio su capacidad creadora, toda la carga de su pensamiento" [20].

La Falange de este modo se consolidaba como movimiento político concienciado con la lucha activa por la unidad nacional, que consideraban amenazada, trasmitiendo su sensación de alarma al resto de españoles y desestabilizando en cierta medida el orden político del momento.

"Nosotros... hemos preferido... irnos por el camino de la revolución, por el camino de otra revolución, por el camino de la verdadera revolución. Porque todas las revoluciones han sido incompletas hasta ahora, en cuento ninguna sirvió, juntas, a la idea de nacional de la Patria y a la idea de Justicia social. Nosotros integramos esas dos cosas, y resueltamente, categóricamente, sobre esos dos principios inconmovibles queremos hacer nuestra revolución" [21].

Quizá parte de su atractivo político se encontrase en la denuncia abierta que José Antonio promulgaba sobre la inestable situación política y sobre la inacción gubernamental, así como su inamovible defensa de la Patria.

"La abierta rebeldía de la Generalidad de Cataluña contra el Estado español nos hace asistir a un espectáculo más triste que el de la misma rebeldía: el de la indiferencia del resto de España, agravada por la traición de los partidos, como el socialista, que han pospuesto la dignidad de España a sus intereses políticos". [22]

El mensaje "defensor de la Patria" en José Antonio era interminable, quizá alcanzando su máxima expresión en el artículo España irrevocable [23] . Pero en el periodo entre 1934 y 1936, además de crecer su protagonismo mediático y político, también creció la violencia, que llegó a considerar justificada. Ésta no hizo sino aumentar la alarma social, la crispación política y el anuncio de una Guerra Civil. Aún así, explica Payne que ésta no fue tanto una violencia indiscriminada y terrorista, sino una violencia de represalias y venganzas por los asesinatos socialistas y anarquistas. José Antonio, aun habiendo acuñando el concepto de "dialéctica de los puños y las pistolas" [24], siempre había repudiado la violencia [25] hasta que la consideró indispensable: el primer derramamiento de sangre lo producen las izquierdas, en noviembre de 1933 [26], y desde entonces se sucedieron los asesinatos y represalias entre unos y otros [27], los cuales no continúo en detallar por escapar del objeto de análisis.

3.2. Las elecciones de febrero de 1936

Pese al repunte de popularidad que experimentaba la Falange, los resultados no fueron los esperados en las elecciones de febrero de 1936, las cuales son el otro  acontecimiento que terminaría por impulsar a la Falange.

En 1936 José Antonio consideraba oportuno presentar una coalición anti- izquierdista (Frente Nacional) que rivalizase con el Frente Popular [28]. Pero las insultantes condiciones ofrecidas por la CEDA [29] hicieron que la Falange, finalmente, se presentara sola en unas elecciones donde vencieron las izquierdas. Este resultado había sido pronosticado por José Antonio [30], por lo que no les sorprendió y permitió que el partido se aprovechara de la situación.

La derrota de las derechas había arrebatado la confianza de sus votantes en el parlamentarismo, por lo que eran de esperar dos consecuencias: primero, una llegada en masa a las filas falangistas de derechistas insatisfechos y preocupados; segundo, la agudización de una conspiración contra la República [31]. Por tanto, como consecuencia de la victoria del Frente Popular, la Falange Española de las JONS experimentó un nuevo repunte de simpatizantes concienciados con "los problemas de la patria", y dispuestos a colaborar en las consecuentes conspiraciones contra la II República, como veremos en la siguiente sección [32].

Recapitulando, la influencia de la Falange como partido catalizador del descontento social con el orden establecido es evidente. Como consecuencia de la inoperancia del Gobierno y las intentonas marxistas de revolución materializadas en Asturias en octubre de 1934, y como consecuencia del fracaso de las derechas en las elecciones de febrero de 1936, la Falange creció y se consolidó como una respuesta alternativa al parlamentarismo y al marxismo: la inoperancia de los partidos en el poder y la desconfianza en el parlamentarismo terminarán por hacer crecer el nacionalsindicalismo revolucionario de la Falange Española de las JONS. De este modo, no solo creció el número de simpatizantes de Falange, sino que también aumentó la resonancia de sus mensajes por medio de la prensa y sus discursos. También experimentó por ello un repunte la violencia callejera, al crecer la confrontación directa entre el marxismo y sus opositores.

Por todas estas razones, resulta evidente la influencia del partido falangista en la desestabilización social precedente al derrumbe de la II República.


4. LA CONSPIRACIÓN CONTRA LA II REPÚBLICA

Tras las elecciones de febrero, el ambiente prerrevolucionario "había alcanzado su máximo clímax" [33]. En este contexto, la Falange, crecida, por un lado intensificará su actuación para desestabilizar a la ciudadanía y al Gobierno; por otro, comenzará a preparar la conspiración que terminará definitivamente con la República. 

En su papel desestabilizador, como hemos comprobado en la sección anterior, las principales herramientas usadas por la Falange fueron la retórica y la violencia, y serán precisamente estos dos factores los que aumenten exponencialmente a partir de febrero.

Así, la Falange, analizando la situación, se da cuenta de la difícil posición de las derechas parlamentarias y del peligroso auge de la izquierda marxista y anarquista. "Si el resultado de los escrutinios es contrario, peligrosamente contrario a los eternos destinos de España, la Falange relegará con sus fuerzas las actas de escrutinio al último  lugar del menosprecio" [34] había dicho José Antonio. Con esa determinación enalteció su discurso, expresando la conveniencia de la situación para llevar a cabo su revolución nacionalsindicalista. En esa línea, y reaccionando contra la violencia sufrida, José  Antonio publica el día 6 de junio un artículo titulado "Justificación de la Violencia", donde alude a la necesidad de confrontarse en una ya declarada guerra civil, en una lucha necesaria contra la revolución marxista y la disolución de España [35]. Conforme crecía la violencia, verbal y no verbal, también crecía la Falange, quien el día 16 de junio ya contaba con 150.000 afiliados, sin tener en cuenta el aún más elevado número de simpatizantes [36].

El Gobierno no quedaba indiferente. El día 14 de marzo FE de las JONS había sido declarada ilegal por su relación con la violencia [37]. También fue encarcelado su líder, pero la estructura de mando no fue desmontada y José Antonio siguió comunicado por medio de circulares. El historiador Antonio Gibello analiza el duelo jurídico entre el Estado y Primo de Rivera, y termina por concluir que el líder falangista estaba siendo injustamente perseguido. Y lo mismo el partido en sí, recogiendo en su obra la sentencia del Tribunal Supremo que reconocía la legalidad de la Falange [38], sentencia que había sido deliberadamente desobedecida. Tanto fue así que Casares Quiroga declaró en las Cortes los días 6 y 14 de mayo que la Falange era el principal enemigo del Gobierno [39].

En estas líneas apocalípticas, donde el papel desestabilizador de la Falange es evidente, comienza a concretarse la intención de terminar con el Gobierno del Frente Popular.

Existía desde 1933 un grupo de militares conspiradores llamado Unión Militar Española (en adelante, "UME"). José Antonio no veía en la acción militar la solución a los problemas de España. Insistía en el peligro de un fracaso político de los militares, ya que, bien por excesiva timidez no terminarían con el Estado liberal, bien por excesiva ambición instaurarían un directorio militar, incompatible con el Estado nacional, integrador y totalitario que, a sus ojos, sería la única solución [40].

Los sucesos revolucionarios de octubre de 1934 le urgieron a inmiscuirse en la tarea de la sublevación. Payne explica cómo José Antonio, "guiado por la convicción de que toda decisión histórica dependía de una minoría audaz", en junio de 1935 trazaría un primer plan para realizar un golpe en solitario, pero sería rechazado por idealista [41].

Cuando se agita la situación política tras las elecciones de febrero de 1936, el General Mola toma el mando de las células de la UME, abril de 1936 [42]. La adhesión de Mola suponía un aumento de prestigio extraordinario para la conspiración, y pronto comenzaron a contactar con las milicias civiles como fuerzas de apoyo: el requeté carlista y los falangistas. No obstante, ambos contingentes no se consideraban un mero grupo de fuerza, y al ser imprescindibles para el ejército, aspiraban a lograr sus objetivos políticos.

El historiador Julio Aróstegui explica como "el hecho fundamental que permitió a Fal Conde y a Don Javier de Borbón Parma mantener una cierta postura de fuerza en sus negociaciones con los militares, primero Sanjurjo y luego Mola, fue justamente la existencia real de una fuerza paramilitar muy controlada e ideológicamente fiable sin fisuras, cosa que los militares golpistas estaban seguros de necesitar" [43].

Por su parte, José Antonio decidió tomar dos acciones para recordar la importancia de la Falange. Primero, el 20 de junio publicó un artículo titulado "Vista a la derecha", donde sentenciaba que la Falange no era una simple "fuerza cipaya", y decía que "la Falange es una e indivisible milicia y partido. Su brío combatiente es inseparable de su fe política" [44], por lo que no renunciaría a sus convicciones políticas. Segundo, envió el 24 de junio una circular a todos los jefes locales prohibiendo toda colaboración con el ejército, al considerar estas conspiraciones "prematuras e incontroladas", y obviando su incompatibilidad con la revolución a la que aspiraba el falangismo [45].

Las razones que motivaban a los carlistas a la insurrección eran similares a los de la Falange. "El fracaso electoral de la derecha en febrero de 1936 acabó por persuadir al carlismo de la necesidad de emprender en solitario o con el apoyo militar una aventura insurreccional largo tiempo aplazada" [46] dirá Julio Aróstegui, y Payne añadirá que el coincidir en la idea de formar un Gobierno paritario y antiparlamentario excluyendo a las fuerzas derechistas conservadoras, terminará por hacer que Fal Conde - dirigente carlista - y José Antonio acuerden la colaboración en cualquier rebelión que iniciase el otro [47]. No obstante, el requeté era tan débil como la Falange, y por tanto serían incapaces de emprender una insurrección sin apoyo del Ejército.

Por ello, la Falange decidió finalmente colaborar con Mola, y el 29 de junio José Antonio envió una nueva circular alertando a los líderes locales de la inminencia de una rebelión [48]. Los asesinatos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo recrudecen la situación y el día 17 de julio se levanta el Ejército en Melilla, comenzando la sublevación.

El papel de la Falange en los planes conspiratorios, como hemos podido ver, es secundario. Son un cuerpo necesario, pero insuficiente. Será el Ejército el que planifique el Golpe de Estado, y la Falange se limitará a unir sus fuerzas.


5. LA EJECUCIÓN DEL GOLPE: EL ALZAMIENTO NACIONAL [49]

Tras la sublevación del ejército contra el Gobierno republicano vino el desorden y la incertidumbre, y fue precisamente ahí donde José Antonio vio la oportunidad de llevar a cabo su revolución.

Explica Payne que, en sus negociaciones previas con los militares, José Antonio no llegó a recibir nunca garantías políticas, pero sí consiguió que los mandos accediesen a no ceder inmediatamente el mando político a la derecha ortodoxa y parlamentaria [50]. De esta manera, podía competir de primera mano con los grupos políticos asentados en el sistema por el Gobierno. Por tanto, la Falange decidió unirse al golpe, no solo por la necesidad de sumar fuerzas, sino también por oportunismo político.

Y así ocurrió. Al principio "la Falange no tenía relación alguna con la Junta directora" [51], y su línea de mando era inexistente (fracasó la sublevación en Alicante, donde se encontraba encarcelado José Antonio). Pero conforme se fueron definiendo los bandos, la Falange comenzó a ganar importancia.

Los antiguos partidos políticos, esto es, la derecha conservadora y ortodoxa, no trasmitían el espíritu adecuado para unir y alentar a los combatientes en la guerra, contrastando con la fuerza del mensaje "patriótico y esperanzado" tanto de la Falange como del carlismo. Por ello, estos dos movimientos terminaron por agrupar a la inmensa mayoría del bando sublevado, atrayendo el carlismo a los elementos más clericales y reaccionarios, y la Falange, al grueso de la clase media. [52]

Citando a Payne, "los nuevos miembros carecían de la más elemental formación doctrinal: la mayoría de ellos sabía únicamente que la Falange quería algo nuevo y social" [53]. Esta afirmación es fundamental: la Falange atrae a multitud de personas, pero no tanto por su proyecto político como por su fuerza y espíritu de combate por la Patria. En consecuencia, la ambigüedad política que impregnaba la Falange unida a la práctica disolución de la cadena de mando por el aislamiento y posterior ejecución de José Antonio, había hecho que el partido pasase de ser "un cuerpo minúsculo con una gran cabeza" a "un cuerpo monstruoso sin cabeza" [54]. Por tanto, crecía en protagonismo la Falange, pero perdía importancia su proyecto político.

Si bien había ahondado en el panorama popular, fue el 19 de abril de 1937 que la Falange adquirió el monopolio de la política en España. El ya Generalísimo Francisco Franco resolvió unificar la Comunión Tradicionalista y la Falange Española de las JONS en un partido único, disolviendo los demás partidos [55]. El Decreto de Unificación definía a sendos partidos como "los dos exponentes auténticos del espíritu del Alzamiento Nacional", pero no olvidaba que este partido debía estar siempre subordinado a las órdenes de Franco. Quedaban dos pugnas por resolver: primero, sobre quién se  impondría sobre el otro, Falange o Comunión, y "la repartición del nuevo poder les fue desfavorable" [56] a los carlistas; segundo, sobre la revolución nacionalsindicalista, la cual fue relegada a un segundo lugar por la priorización de la guerra.

Por tanto, en el comienzo de la Guerra Civil la Falange resultó decisiva. No solo consiguió aglutinar bajo su espíritu a la inmensa mayoría de los milicianos combatientes del bando nacional, sino que se hizo además con el mando del partido único - aún subordinada a Franco -, resultando determinante a lo largo de su régimen.


6. CONCLUSIONES

El análisis del papel de la Falange se ha llevado a cabo en la agitación social de la República, en la conspiración contra ella y en la sublevación. 

La revolución marxista de Asturias y la fallida declaración de independencia de Cataluña, así como la derrota de las derechas parlamentaristas en las elecciones generales de febrero de 1936 y la inoperancia de los partidos en el poder empujaron a una parte de la población a integrarse en las filas de la Falange, adquiriendo por ello el partido cada vez un mayor protagonismo político y mediático. En esta medida, la Falange crece entre 1934 y 1936 no tanto por sus propias acciones como por sus circunstancias, y juega por ello un papel importante desestabilizando la república.

La agitación por el temor o clamor ante una revolución marxista y el repunte de la violencia callejera entre falangistas, socialistas y anarquistas motivaron a una creciente Falange a planear la insurrección armada. Tras desestimar la oferta de la UME de un apoyo meramente paramilitar - no político - y pactar con el carlismo, la Falange admitió ser un cuerpo insuficiente, aún necesario, y se decidió por colaborar con los militares. Por ello, la Falange no tendrá un papel relevante en los planes conspiratorios y se limitará a unir fuerzas con el Ejército.

Finalmente, la sublevación terminó por brindar a la Falange la oportunidad de aglutinar a una parte importante de los españoles, aunque no tanto por su proyecto político como por su espíritu patriótico de combate. Fue tal su envergadura que terminó conformando el partido único del régimen de Franco: la FET de las JONS.

En conclusión, el crecimiento de la Falange se debió más a sus circunstancias que a sus acciones e ideas, por lo que la Falange no influyó de una manera tan determinante en el final de la II República como lo hicieron las circunstancias en ella.


7. BIBLIOGRAFÍA

  • ARÓSTEGUI, Julio y CALLEJA, Eduardo. "La tradición recuperada: el requeté carlista y la insurrección", Cuadernos de Historia Contemporánea nº11, Madrid (1994), pp. 29-54
  • CANAL, Jordi. "Franco, dueño absoluto. Unificación por Decreto", La Aventura de la Historia nº 102, Madrid (2007), pp. 40-45
  • Decreto de Unificación de 19 de abril 1937. Boletín Oficial del Estado núm. 182, de 20/04/1937
  • El Socialista, 15/11/1933
  • GIBELLO, Antonio. José Antonio, ese desconocido. Ediciones Dyrsa, Madrid (1985).
  • MOA, Pío. 1934: Comienza la Guerra Civil. Ediciones Áltera, Barcelona (2004).
  • PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985).
  • PAYNE, Stanley. José Antonio Primo de Rivera. Cara&Cruz, Barcelona (2003).
  • PRIMO DE RIVERA, José Antonio. "España es irrevocable", F.E. nº 15, 19/07/1934. 
  • PRIMO DE RIVERA, José Antonio. "Justificación de la Violencia", No Importa nº 2, 6/06/1936. URL: https://www.rumbos.net/ocja.html
  • PRIMO DE RIVERA, José Antonio. "Vista a la derecha", No importa nº3, 20/06/1936. URL: https://www.rumbos.net/ocja/jaoc2170.html 
  • Renovación, 16/9/1934


*CITAS

[1] MOA, Pío. 1934: Comienza la Guerra Civil. Ediciones Áltera, Barcelona (2004), p.37

[2] Ibídem, p.38

[3] Cfr. Ibídem, p.39

[4] PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.39

[5] Ibídem, p.40

[6] Cfr. Ibídem, p.40-42

[7] PAYNE, Stanley. José Antonio Primo de Rivera. Cara&Cruz, Barcelona (2003), p.177

[8] PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.53

[9] Cfr. MOA, Pío. Op.Cit., p.73

[10] Ibídem, p.96-97

[11] El Socialista, 15/11/1933

[12] Renovación, 16/9/1934

[13] Cfr. GIBELLO, Antonio. José Antonio, ese desconocido. Ediciones Dyrsa, Madrid (1985), p.179

[14] Ministro de la Guerra, líder de CEDA

[15] Ibídem, p.180

[16] Cfr. Ibídem, p.158

[17] Cfr. Ibídem, p. 183

[18] Cfr. Ibídem, p.177

[19] Ibídem, p.203

[20] Ibídem, p.211

[21] Ibídem, p.161

[22] Ibídem, p.172

[23] PRIMO DE RIVERA, José Antonio. "España es irrevocable", F.E. nº 15. 

[24] PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.61

[25] Cfr. Ibídem, p.73

[26] Cfr. Ibídem, p.72

[27] Cfr. Ibídem, p.75-77

[28] Cfr. PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.107

[29] Ibídem, p.109

[30] GIBELLO, Antonio. Op.Cit., p.239

[31] Cfr. Ibídem, p.248-249

[32] Cfr. Ibídem, p.249

[33] GIBELLO, Antonio. Op.Cit., p.264

[34] PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.211

[35] Cfr. PRIMO DE RIVERA, José Antonio. "Justificación de la Violencia", No Importa nº 2, 6/06/1936. URL: https://www.rumbos.net/ocja/jaoc2168.html (Última vez: 24/02/2019).

[36] GIBELLO, Antonio. Op.Cit., p.274

[37] PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.116

[38] GIBELLO, Antonio. Op.Cit., p.257

[39] PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.120

[40] PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.105

[41] Ibídem, p.106

[42] Ibídem, p.117

[43] ARÓSTEGUI, Julio y CALLEJA, Eduardo. "La tradición recuperada: el requeté carlista y la insurrección", Cuadernos de Historia Contemporánea nº11, Madrid (1994), p.51

[44] PRIMO PRIMO DE RIVERA, José Antonio. "Vista a la derecha", No importa nº3, 20/06/1936. URL: https://www.rumbos.net/ocja/jaoc2170.html 

(Última vez: 24/02/2019).

[45] Cfr. GIBELLO, Antonio. Op.Cit., p.274

[46] ARÓSTEGUI, Julio y CALLEJA, Eduardo. Op.Cit., p.49

[47] Cfr. PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.124

[48] Cfr. Ibídem, p.127

[49] Así llamaba el bando insurrecto a la sublevación.

[50] Cfr. Ibídem, p.127-128

[51] PAYNE, Stanley. Falange. Historia del fascismo español. Sarpe, Madrid (1985), p.135

[52] Cfr. Ibídem, p.135

[53] Ibídem, p.136

[54] CANAL, Jordi. "Franco, dueño absoluto. Unificación por Decreto", La Aventura de la Historia nº 102, Madrid (2007), p.42

[55] Cfr. Decreto de Unificación de 19 de abril 1937. Boletín Oficial del Estado núm. 182, de 20/04/1937

[56] CANAL, Jordi. Op.Cit., p.45