A Aranjuez con amor
Aunque no haga falta ser erudito o mediopensionista para percatarse de que el hecho de pasear ha sido relegado al estercolero de la cotidianidad, sigue asombrando cómo algunos reductos exclusivamente ideados para ello permanecen igual de inalterables como lo pudieron ser cuando se solazaba en ellos todo un Felipote II. Hablo de Aranjuez, por...