Todas las huellas tienen algo de forma, pero no todas se hallan en el lugar adecuado. Nosotros estamos deseando seguir las huellas adecuadas: las que viven escondidas en nuestra cultura, las que recogen nuestros cimientos, las que saltan de impaciencia en el silencio de la desmemoria... Queremos descubrir, en fin, las huellas que nos guíen por el camino correcto en la gloriosa hazaña de conocer nuestros orígenes, para poder fijarnos un rumbo.

Vestigium es, en este sentido, un concepto destinado al futuro. La noción engloba la profundidad de la cultura grecorromana como seña de identidad, la fuerza del imperativo como acción inmediata, la fonética elegante de la nobleza de espíritu y, ante todo, un significado exclusivo de la excelencia.

Esta actitud tiene como fundamento inicial la búsqueda del perfeccionamiento humano en todas sus dimensiones, y como fin último, la contemplación serena de la Bondad, la Belleza y la Verdad. Hablamos de una ascensión racional, secundada por la virtud y enamorada de la imagen divina que suscita toda buena creación. Hablamos, en definitiva, de la posibilidad de hacernos capaces de nuestra humanidad y merecedores de nuestro legado.

Somos conscientes de que descansamos sobre las ruinas de una civilización superior, sabedores de que los pilares que sustentan nuestra cultura son el resultado de siglos de esfuerzo. Con esta última idea recorremos - en un instante - nuestra historia, forjada por individuos selectos.

Hay huella en la retórica clásica, en sus formas estéticas y en su sabiduría, y en las columnas medievales y las catedrales alzadas sobre corazones entregados. Y hay huella en los óleos góticos y el mármol renacentista, acabado en un estruendoso barroco de espiral. Y en la contrarrevolución de los verdaderos ilustrados, también hay huella. Y en los cafés literarios y sus poetas bohemios, hay huella. Pero esa huella se pierde, se desdibuja en la decadencia del olvido, que convierte la verdad - su razón de ser - en un futuro hambriento de novedad, pero sin pasado saciado de tradición. Y hoy prácticamente ha desaparecido.

Es por ello que, aprovechando nuestro vigor y entusiasmo de juventud, pretendemos embarcarnos en la aventura de navegar por corrientes y pensamientos, identificando cuanto de bueno haya en nuestras raíces, para desempolvarlo y llevarlo a la luz. Entendemos lo recibido con una mirada despierta, y comprendemos el sacrificio que requiere no solo mantenerlo, sino también impulsarlo.

Vestigium es, en suma, una afirmación: un "sí" exaltado al progreso personal. Es el testigo responsable que no se detiene en la carrera, el depósito de la herencia de los orgullosos, y los valientes... Para imprimir nuestros vestigios en la tierra, debemos caminar. Si aguardamos quietos un cambio, si no actuamos, crecerá sin remedio la selva de la barbarie. Basta ya de temerosos y pusilánimes. Ahora es momento de crecer y dejar huella:

¡VESTIGIUM!